viernes, 18 de enero de 2013

Los buenos propósitos



Pasó la Navidad, llegó el nuevo año, y tenemos todos la maravillosa sensación de que ante nosotros se extienden las páginas en blanco de un libro que dura 12 meses, páginas que nosotros vamos a llenar de “buenos propósitos”: ponernos a dieta, ser más cariñosos, meditar, arreglar el armario, estudiar inglés, hacer ejercicio, leer aquel libro, ir al gimnasio.... ¿os suena? Y cuando va llegando febrero y empiezan a florecer los almendros, echamos la vista atrás y comprobamos que nuestros “buenos propósitos” ya han quedado olvidados. Nos sentimos frustrados por no haber sido capaces de llevarlos a cabo, pero como no hay otro “inicio” semejante al comienzo de un nuevo año, lo dejamos pasar, volvemos a nuestras rutinas (que no nos gustan) y aparcamos nuestro proyecto de Ser a otra fecha significativa que nos anime al cambio. “No es buen momento”, nos decimos, “es difícil cambiar”, nos justificamos, “cuando llegue tal fecha lo intentaré otra vez”, nos engañamos.

       ¿Por qué nos ocurre esto?
Cuando me planteé la pregunta, decidí enfocarlo desde el punto de vista de la Medicina Tradicional China. Los chinos han obtenido su sabiduría milenaria de la observación de la Naturaleza, y de la concepción del hombre como un ser entre el Cielo y la Tierra que responde a los influjos de ambos. “Como es arriba es abajo”, dice la filosofía hermética, y "como es afuera es adentro", dicen los chinos. 
¿Tiene la Naturaleza una lista de "buenos propósitos"? ¿Los animales se ponen a dieta? ¿Hacen los árboles cambios drásticos? ¿Se frustran los leones cuando fracasan en su cacería? ¿Decide la luna que va a estar siempre llena? ¿Pretende la primavera llegar en una fecha concreta y si ese día hace frío dice que ya no va a volver a ser primavera? ¿Empuja el sol a la noche para que amanezca antes? ¿Quiere la montaña ser un río?
   Preguntas absurdas, ¿a que sí? Vemos que la naturaleza "fluye", no presenta oposición; los cambios son paulatinos, lentos; no se plantea metas a largo plazo, sino que vive el presente absoluto, y ningún elemento pretende ser algo que no es.
    No significa esto que no intentemos modificar ciertos aspectos de nuestra vida pero hay que ser muy cauto al elegirlos. 
    Si partimos de la aceptación de lo que somos, más de la mitad de los "buenos propósitos" desaparecen. Comiendo de manera equilibrada no hay que ponerse a dieta ni privarse de ningún alimento; cuidando nuestro cuerpo como templo que es de nuestra alma no hay que castigarse en el gimnasio pretendiendo entrar en una talla más pequeña; alimentando nuestra mente, por naturaleza curiosa, no tendremos que "imponernos" el estudiar o leer aquel libro. 
         El modo en que aspiramos a conseguir las cosas es ya de por sí un obstáculo. Queremos hacerlo todo rápidamente, obtener resultados de manera inmediata, y en la Naturaleza los cambios son paulatinos: observar cómo la flor de un árbol se va transformando en un fruto es toda una lección de paciencia y de coraje. De manera lenta, casi imperceptible pero continua, la metamorfosis se produce. Seamos tolerantes con nosotros mismos y sigamos el ejemplo. Para llegar al fruto hace falta tiempo, cuidados, constancia y nada de prisas ni metas inalcanzables.
    Otra causa de abandono, normalmente unida a la anterior, es la frustración, que suele ser consecuencia de una errónea elección del objetivo (queremos ser algo que no está en nuestro diseño) o de nuestra impaciencia. ¿Habéis pensado cuántos intentos tiene que hacer un animal para cazar y poder comer? ¿Se frustra cada vez que la presa se escapa? ¿Se deprime el árbol por cada flor que se cae y no llega a ser fruto? No. Pues tomemos nota. Hay cosas que no se consiguen a la primera y eso no lo hemos de vivir como un fracaso, sino como un aprendizaje. Hay que seguir intentándolo poco a poco, con paciencia y serenidad, y en el momento más inesperado tendremos los resultados, que a lo mejor no son los que esperábamos sino mucho mejores.
    Y por último, no pensemos que hay "fechas especiales" para empezar algo. Cada día es nuevo, cada instante es único e irrepetible, cada momento es bueno para empezar. Podemos decidir hoy, sea jueves, lunes, enero o agosto, cambiar algo en nosotros que nos hace daño, o aprender algo que no sabemos, o iniciar una ruta nueva porque hoy, y solo hoy, es el primer día del resto de nuestra vida. Cada amanecer es limpio, puro, lleno de posibilidades. Cada noche es única, fértil, llena de sabiduría.
   Así que hoy, reflexiona sobre aquello que quieres equilibrar, retomar o conseguir, sumérgete en la Naturaleza y escucha la manera en que ella tiene de hacerlo. Y empieza a caminar....sin el peso de "los buenos propósitos".    




miércoles, 26 de diciembre de 2012

¡Feliz Navidad!


      No sé si es práctica habitual felicitar las fiestas a través de la entrada de un blog, pero como es la primera Navidad de “La Danza del Qi”, vamos a instaurar la tradición de hacerlo. Así que ¡¡FELIZ NAVIDAD!!.
    Sabéis que la Navidad es la "cristianización" de la fiesta pagana de la llegada de la luz, del solsticio de invierno, cuando la luz "vence" a la oscuridad, o como decía mi abuela, empiezan a menguar las noches y a crecer los días. Es el momento en el que el yin ha llegado al máximo y emerge el pequeño yang. 
   Hemos comprobado que el mundo no se ha acabado el 21-12-12, por más que malinterpretáramos la fecha anunciada por el calendario maya como el fin de una era y muchos fanáticos la utilizaran para sembrar el pánico. Pero sí es cierto que mucha gente habla de cambio, y no es el fin del mundo, pero sí de alguna manera el fin de "nuestro viejo mundo". Todos estamos asistiendo a la caída las estructuras económicas, sociales y políticas. A todos se nos han movido los cimientos de nuestra pretendida "seguridad"...
    Por eso hemos de encarar con ilusión y alegría estas navidades como el gran momento de nuestro cambio personal, y 2013 como el año de la esperanza y de la luz, porque el cambio global se producirá por la suma de los cambios de cada uno de nosotros. Ya no funciona lo de que "otros" lo harán. Porque ¿quiénes? ¿nuestros políticos? ¿nuestros escritores? ¿nuestros sacerdotes? Ya no. La responsabilidad está en manos de cada uno de nosotros.
   ¿Cómo hacerlo? En las diferentes entradas de "La Danza del Qi" hay ideas, sugerencias, pinceladas, para que cada uno encuentre su camino. Y todos los caminos son correctos, siempre que nos lleven a hacer lo que tenemos que hacer, y estén impregnados del hecho de que TODOS SOMOS UNO.   
   Desde esta página doy las gracias a todos los lectores, conocidos y anónimos, porque sin vosotros este blog no existiría. Y desde aquí, con todo mi corazón, os deseo una FELIZ NAVIDAD y un 2013 lleno de descubrimientos, sabiduría, dicha y salud. Que sigamos conectados en la blogosfera y entre todos hagamos de la Tierra un mundo mejor.



martes, 18 de diciembre de 2012

Los frutos


     Esta mañana he leído la última entrada del blog de Susana Beato, titulada "Cuando lo profesional se mezcla con lo personal". A Susana ya la conocéis. Sin ella “La Danza del Qi” no existiría. Me ha emocionado y me ha hecho reflexionar el ver cómo nuestro hacer puede influir de manera decisiva en la vida de otras personas.  
   He recordado la parábola del sembrador: "Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron; otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga" (Mt. 13: 4-9).
    Yo no interpreto la parábola como lo hace la Biblia. Creo que nosotros somos el sembrador y las semillas son nuestros actos, y lo que a mí me dice, es que sembremos, sembremos porque seguro que alguna semilla cae en tierra fértil y dará sus frutos.
   Muchas veces cuando pensamos en nuestra capacidad de influir en el mundo nos sentimos insignificantes. Creemos que solo siendo un Einstein, un Steve Jobs o un Hawking se puede hacer algo que merezca la pena ser recordado, y creemos estar muy lejos de figuras así. Sin embargo, la realidad es muy diferente.
  El Universo está lleno de seres anónimos como tú y como yo que formamos parte del Todo. Y la cuota de participación de cada uno de nosotros es la misma: somos un trozo del Uno (llámalo Dios, Vida, Energía....) que está en la Tierra para experimentar-se. Y cada uno tiene su camino único e irrepetible. Y en el camino de todos está el sembrar para mejorar la Tierra. Cada uno siembra su semilla: unos un gran descubrimiento científico, otros películas memorables, algunos obras de arte, y los más, pequeños actos que se convierten para otros en algo único porque les cambia la vida. Pero todos son igual de importantes.
   Si pensamos un poco, alguna vez hemos experimentado cambios decisivos por la "pequeña" intervención de alguien, en muchas ocasiones de manera involuntaria. Una palabra, una sonrisa, un regalo... Y también, casi siempre sin intención, hemos cambiado la vida de alguien por un acto, un comentario o unas frases. 
   Si recordáis la entrada del terapeuta en ella hablábamos que éste realmente no hace nada, sino que "se hace" a través de él. Y es la Vida con mayúsculas la que nos emplea a cada uno para ser las varitas mágicas que realicen el sortilegio. Pues bien, si aceptamos esto, hagámoslo de manera consciente: que cada mañana nos levantemos con la conciencia de que podemos ser artífices de un prodigio para alguien, y que el milagro obrado por otro nos puede cambiar. Que nuestro hacer sea amoroso e impecable porque el Universo nos emplea para transformar y mejorar la Tierra. Que, aun en estos momentos difíciles, sembremos con generosidad, con abundancia y con altruismo, porque algunas semillas caerán en el asfalto, otras se las llevará el viento, pero algunas, serán acogidas en tierra fértil y darán sus frutos. Y no nos olvidemos: TODOS SOMOS UNO, y los frutos de lo sembrado, antes o después, terminarán en nuestras manos.




  
   

viernes, 23 de noviembre de 2012

Aceptación


     Últimamente no he estado muy inspirada para escribir nuevas entradas en el Blog. He luchado contra ello porque una tiene que ser consecuente con sus decisiones, y “La Danza del Qi” es como un arbolito que yo planté y necesita agua para crecer. Me he esforzado inútilmente en estrujar mente y corazón, hasta que esta mañana, recién levantada, me he dicho: “Pues no pasa nada. Acéptalo.” Y entonces (¡paradojas de la vida!) se me ha ocurrido escribir sobre ello, sobre la aceptación.
 La aceptación es una idea que el pensamiento oriental tiene incorporada como cierta, lo hemos visto en entradas anteriores. Pero para nosotros los occidentales tiene ciertas connotaciones de derrota, de fracaso, de sacrificio, quizá porque se confunde con la idea cristiana de “resignación”: cuando nos ocurre una desgracia, cuando sentimos que se nos cierra una puerta se nos ha dicho que “hay que resignarse ante la voluntad de Dios”, lo que implica sufrimiento, abandono, sometimiento a la decisión de un Dios que premia y castiga arbitrariamente. ¿Cuántas veces hemos escuchado la frase “por qué me tiene que pasar a mí”?.
 Pero ya sabemos que las cosas no son del todo así. Somos seres de luz con un vestido de carne y hueso que hemos elegido adoptar esta forma de vida para experimentar la sabiduría que ya tenemos como parte del Uno. Y esto es parecido a un examen: si te dicen las preguntas no vale. Olvidamos qué hemos elegido y comenzamos a querer vivir cosas distintas. Y así nos va.
  Hay otro aspecto del que tampoco nos acordamos: la Vida no es el enemigo, no hay que luchar contra ella. Es tan solo el conjunto de circunstancias creadas entre todos para experimentar cada uno lo suyo. Y nos habla y nos guía con un lenguaje sin palabras. También hemos tratado esto antes.
   ¿Por qué entonces nos cuesta tanto vivir? ¿Por qué cada cosa que hacemos nos supone tanto esfuerzo? Simplemente porque se nos olvida que fuimos nosotros mismos, pero llenos de sabiduría, quienes decidimos qué hacer aquí y cómo hacerlo.
   ¿La solución? Primero escuchar, después confiar y por último aceptar.
  Escuchar es quizá lo más difícil, porque no conseguimos vaciar nuestra mente de su cháchara ni nuestro corazón de sus deseos. Deberíamos hacerlo como este niño, con los ojos cerrados y con una sonrisa. En él no hay lucha, no hay juicio, no hay empeño. Tan solo escucha. 
 Y después hay que confiar. En el Destino, en la Vida, en Dios, en el Universo..., da igual el nombre, pero hay que confiar en que todo irá como debe ir, en que todo ocurre para bien, aunque no lo entendamos. Es muy difícil porque da miedo pensar que no tenemos el control de nuestra vida (realmente nunca lo hemos tenido) y confiar es abandonarte, relajarte... y aceptar. 
   Aceptar no es resignarse, porque uno se resigna cuando no le queda más remedio; no hay libertad de elección, y la resignación es pérdida, derrota y fracaso. Sin embargo, uno sí elije aceptar. Y en la aceptación encontramos paz, porque no hay lucha. Encontramos descanso porque uno se alía con las fuerzas supremas, se hace uno con el río de la vida, y las energías que se empleaban en dar vueltas a los problemas para componer nuestra pobre solución se emplean ahora en sonreír y disfrutar de los regalos que Dios nos pone delante: esa puesta de sol que te deja sin habla, esa mirada del amigo al fondo de tu alma, ese "encuentro fortuito" que te abre puertas...
      Acepta, desde el fondo de tu ser lo que va viniendo, acepta sin juicios, sin apegos, sin pretensiones, y puede que te ocurra lo que a mí esta mañana: cuando acepté que "la Danza del Qi" podría dejar de bailar, llegó la inspiración. 



jueves, 8 de noviembre de 2012

Los Cinco Reinos Mutantes


   La Medicina Tradicional China, de 5000 años de antigüedad, se basa en dos leyes descritas hace poco por la física cuántica: la ley de la relatividad (el Yin-Yang que ya hemos visto hace unos meses) y la ley de la interrelación o interdependencia, expresada en los Cinco Reinos Mutantes, los Cinco Movimientos o el Wu Xing.
  Esta ley clasifica todo lo que existe (colores, olores, sabores, estaciones, órganos, sentimientos, cereales, alimentos, orientación, notas musicales, planetas, etc.) en cinco grandes grupos, denominados Reinos o Movimientos. Lo que pertenece al mismo Reino mantiene concordancia o resonancia energética con el resto, relación que muchas veces se nos escapa. 
   Como el pensamiento chino parte de la observación de la naturaleza, estos Reinos se nombraron con los elementos Agua, Madera, Fuego, Tierra y Metal. 
   Al Reino Mutante del Agua, pertenecen el Riñón y la Vejiga, el invierno, el norte, el sabor salado, el oído, los huesos, el miedo, el negro, la voluntad... El Reino Mutante de la Madera es el Hígado, la Vesícula Biliar, la primavera, el este, el verde, la imaginación, la vista, los músculos, el viento, el ácido, la cólera... En el Reino Mutante del Fuego tenemos el Corazón, el Intestino Delgado, el rojo, el calor, el verano, el sur, la alegría, el amargo, la conciencia, los vasos sanguíneos, etc. En el Reino Mutante de la Tierra nos encontramos el Bazo, el Estómago, el centro, la humedad, el estío, el dulce, el olor perfumado, el amarillo, la reflexión, la obsesión... Y en el Reino Mutante del Metal están el Pulmón, el Intestino Grueso, el este, el otoño, la sequedad, el blanco, el picante, la melancolía.... Os daréis cuenta que el admitir que todo lo que está dentro del mismo Reino guarda relación, puede implicar un verdadero "salto cuántico" mental para nosotros como pensadores occidentales.
  La genialidad del Wu Xing es que entre los distintos Reinos existen dos tipos de relaciones: de generación y de control.
  Para explicar el ciclo de generación (llamado chen o sheng) emplean parentescos: así el Agua es la madre de la Madera, ésta la Madre del Fuego, y así sucesivamente. De igual modo el Metal es el hijo de la Tierra y el Agua el hijo del Metal. Así tenemos un ciclo de asistencia, de ayuda, de "cuidado" en el que cada elemento genera y a su vez es generado por otro. Nadie está solo ni aislado y todos tienen que contribuir.
Para hacer que esta relación sea estable, es necesario que exista un control entre los miembros y lo explican de una manera muy gráfica y poética: el Agua apaga el Fuego, el Fuego funde el Metal, el Metal corta la Madera, la Madera orada la Tierra y la Tierra cubre el Agua. Es el ciclo ko o ke  por el que cada Reino controla a uno y es controlado a su vez por otro.
No es mi intención en esta entrada explicar en profundidad los Cinco Reinos Mutantes. Los que practican la Medicina Tradicional China los conocen perfectamente. Al resto de los lectores solo quisiera picarles la curiosidad para que investiguen un poco y se maravillen con la perfecta telaraña de relaciones en la que estamos inmersos. 
 Si analizáis un poco esta pentacoordinación, observaréis que se consigue el equilibrio perfecto, donde ninguno es más que nadie y todos son necesarios, porque todos se ayudan y se controlan entre sí, siguiendo el orden establecido. Cada uno de los Reinos está relacionado con los otros cuatro (es generado por uno, genera a otro, controla a un tercero y es controlado por el cuarto). Esto nos lleva a la comprensión de que TODO está relacionado,TODO está causado, y TODO influye en TODO. Por tanto no existen las casualidades, como vimos en la entrada anterior. Y de algún modo, al pertenecer a este sistema, podemos volver a concluir nuevamente que TODOS SOMOS UNO. 

    

lunes, 8 de octubre de 2012

Causalidades


    Los lectores aplicados que hayan leído el trabajo de "La Danza del Qi" que dio nacimiento a este blog, saben ya que la manera que tienen los chinos de abordar la realidad es muy diferente a la nuestra. Nosotros, representantes del saber racional, queremos encontrar el porqué de cada cosa que nos acontence, pero los orientales, cuyo conocimiento es básicamente intuitivo, no lo necesitan. Ellos consideran que todos los hechos forman una extensa unidad con una ley y un sentido, y piensan que las cosas no están subordinadas unas a otras, sino "colocadas" unas junto a otras formando un patrón según su posición en el Universo. Se comportan de manera "inevitable" influyéndose mutuamente por una especie de "resonancia" como si fueran los instrumentos de una orquesta. El Universo es un todo integral, una red de relaciones cuyos nudos son acontecimientos relacionados, en el que cada cosa solo se define por su función, y tiene sentido únicamente como parte de un patrón total.
      De todo ello podemos deducir que la CASUALIDAD no existe, idea que sí tienen incorporada muchas personas, entre las que me encuentro. Todo se mueve por "CAUSALIDADES", casi siempre sutiles y apenas percibidas, que forman parte del perfecto equilibro del Universo. 
 Un ejemplo de este pensamiento lo encontramos en el discurso que Steve Jobs dio en la Universidad de Stanford durante la apertura del curso de 2005, y que os recomiendo que escuchéis entero porque encierra enseñanzas muy hermosas. El no habla de de "causalidades", sino de "conectar los puntos", algo que no se puede hacer mirando hacia el futuro, sino solo echando la vista atrás. Mientras, dice él, hay que confiar en algo, "tu instinto, el destino, la vida, el karma" y esperar a que esos puntos se conecten más adelante.
  ¿Cuál es la enseñanza útil de todo esto?
  Hace poco he sido testigo en mi entorno de una serie de maravillosas "causalidades". He observado que es más fácil que éstas acontezcan cuando las personas están abiertas a los "milagros" de la Vida y son capaces de fluir con ella. Cada persona ha sido un regalo para la otra, y todas un regalo para el mundo.
 Pero la apertura a los milagros y el fluir tienen que ser una constante. Unos meses atrás se dieron una serie de circunstancias que me llevaron a hacer algo que me encantaba. Yo veía "claro" que todas aquellas "causalidades" que confluían en mí, se debían a que lo que hacía era lo que tenía que SER. Sin embargo la cosa no funcionó. Reconozco que me sentí "noqueada" por un tiempo y sin entender nada. Fue muy duro. Vi mi camino cortado. Pero al poco tiempo, fue apareciendo en el horizonte un panorama mucho mejor que aquél que yo veía tan claro. Y ahora estoy mucho más feliz con ello. Intento aprender de la experiencia y no me "instalo" en la situación, sino que estoy abierta a las nuevas "causalidades" que me lleven por los otros derroteros que la Vida tenga marcados para mí.



      Así que ya sabéis, aunque de vez en cuando un árbol obstruya nuestro camino, debemos continuar con la seguridad de que la Vida es amigable y que nos va a ir conduciendo al lugar adecuado, siempre que la escuchemos, estemos abiertos a las "causalidades" y no tengamos apego por ninguno de sus regalos, porque el siguiente, siempre será MEJOR.

viernes, 5 de octubre de 2012

Tú elijes


      Hace tiempo ya que llegué a la conclusión de que el estar bien es una elección. Cada vez que se lo he dicho a alguien la respuesta era "¡Sí, hombre! Lo dices porque tú no ..... tienes/vives/haces lo que yo", pero, con un poco de paciencia y mucho de pasión, conseguía demostrarles, cuando les contaba mi vida, que con las mismas circunstancias que tengo, podría haber sido terriblemente desdichada. 
     Cada vez estoy más convencida de que el "estar bien" es una elección y una decisión, y no un aspecto de nuestra vida que dependa de circunstancias externas, ya que siempre estaremos rodeados de suficientes motivos para ser inmensamente felices o inmensamente desgraciados.
      Pensemos durante un momento en todas las cosas que no tenemos... La lista seguro que es larga. Si decidimos "conformarnos" con nuestras posesiones y centrarnos en las personas que nos rodean.... ¿a cuántas de ellas cambiaríamos? Mejor no lo confesemos en voz alta. Y si reflexionamos sobre nosotros mismos ¿cuántas carencias nos encontramos? ¿cuántos defectos? ¿cuántas dolencias? Conclusión: tenemos suficientes motivos para ser desgraciados e infelices.
Pero cambiemos ahora el punto de vista. Pensemos en todas las cosas que tenemos... De muchas de ellas no seremos conscientes hasta que nos comparemos con otros menos afortunados. Demos un repaso a nuestras posesiones: ropa, libros, teléfono, ordenador, casa, coche, joyas, comida... Fijémonos luego las personas que nos rodean: familia, amigos, conocidos, vecinos... Y pensemos después en nosotros mismos: podemos ver, oír, hablar, pensar, respirar, andar.... Y llegamos a la misma conclusión: tenemos suficientes motivos para ser muy muy dichosos.
   ¿Cómo hacer entonces para "estar bien"? Es simple de expresar: decidiendo estar bien. Pero es difícil de realizar, ya que hay que ir eligiendo en cada momento la opción más positiva, y eso no es tan sencillo. Y no lo es, creo yo, porque aunque lo entendemos perdemos la perspectiva. Nos vemos inmersos en el problema y nos olvidamos de la elección. O la posponemos diciendo: "cuando resuelva esta situación, cuando pase el verano, cuando consiga esto..." entonces, elegiré estar bien. Y claro, la situación se perpetúa en el tiempo.
   AHORA es el momento, el mejor momento, bueno... realmente el ÚNICO momento para decidir cómo queremos andar el camino. Habrá quien prefiera solo ver las piedras, o lamentarse porque no hay calzada. Yo elijo respirar el aire puro, fundirme con los árboles y mirar el sol entre sus ramas. Yo elijo estar bien. ¿Y tú?